Iba a empezar todo el relato desde otro punto de vista, pero esto de irme de tema tan seguido me complica un poco las cosas. Noche A. Porque es la primera quizás de una larga lista de noches de palabras finitas con o sin sentido. O porque es él el que me está moviendo a escribir un poquito. Estaba chequeando nuevos mensajes en el foro al cual me hice practicamente adicta y un link llevó al siguiente y terminé mirando videitos del Niño en el Ópera el 24 (el día que no fui). Estaba cantando "Para Saber" con toda esa dulzura que lo carateriza y yo pensaba en la afortunada que lo estaba filmando tan de cerca... ¿Cómo hace para transmitir tanto? ¿Cómo? Porque por lo que anduve averiguando últimamente no soy la única loca a la que le pasa esto de sentirse identificada con cada tono y cada verso...
Ennnn fin... Nuevamente me salió la Groupie de adentro, aunque me puedo poner peor.
Me está dando un poquito de miedo todo este tiempo libre que me está sobrando porque basicamente lo estoy usando para pensar. ¿Qué pasó? Llegué a extrañar ciertas cosas que tenía mi vida algún tiempo atras, cuando tenía mi cabeza ocupada con alguien. Es lindo tener un guachito a quien dedicarle uno o dos pensamientos. Lo positivo de todo esto es que no hay ningún guachito (salvo el que pienso encontrarme rolleando en Palermo). ¿A qué voy con esto? A que por cuestiones de fuerza mayor el guacho mayor que me atormentaba dejó de ser el receptor de aquellos pensamientos que, let´s face it, no se merecía. O sí, quizás en su momento sí, pero not anymore. Y digo cuestiones de fuerza mayor porque creo que de no haber sido por el factor de la distancia las cosas estarían igual que hace un tiempo.
Lo que me resulta un poco doloroso es que las cosas estén como están ahora. De repente todo ese cariño se fue por el pozo del abandono (aunque las cosas ya estaban medio dejadas desde antes). Me hubiese gustado que, no sé, podamos mantener cierta confianza y cierto nivel que siento que se fue. ¿Vos?¿Yo? Creo que los dos. Y está bien. Es solo cuestión de acostumbrarse, aunque repito, duela tanto como me está doliendo. Por más que intente jugar a la superada, siempre tengo un delay que no me lo permite y esas malditas "recaidas" que llegan cuando menos lo espero... (Shh!! No le digas a nadie!).
Extraño. Pero extraño un año atras... eso es lo que me gustaría que vuelva... Ahí es donde empiezo a pensar miles de cosas que no tendrían ni que existir en mi cabeza. No tengo por qué querer que vuelva algo que ya no está. ¡Mis esperanzas y yo!¡Mis fantasmas y yo! A veces siento que veo lo que quiero ver. O veo cosas que en realidad son las que me pasan a mí y no a él. Cosas que termino haciendo o diciendo yo porque extraño demasiado. Pero bueno, es volver a querer tener mi cabeza ocupada con algún pensamiento... o con alguien.
Me recomendaron que en mi tiempo extra escriba un libro. Lo voy a pensar...
El juguete del Tiempo
(Suena bien como un nombre de un libro... XP)
jueves, 19 de junio de 2008
miércoles, 18 de junio de 2008
Una vuelta más
Hay cosas que no puedo decir con una canción (aunque sabemos que hay una personita que me saca las palabras de la boca). Y definitivamente no encontré todavía la película que pueda describir ciertas cosas que me están pasando ahora, así que decidí adueñarme nuevamente de un pedacito de .blogspot.com.
Realmente no quiero recaer en algunos temas que creo que están bastante cerrados, o por lo menos es lo que estoy tratando, pero resulta que en estos últimos días volví a conceptos que nunca se fueron del todo. Así como Romeo inmortalizó eso de ser el juguete del destino, haciendo evolucionar un poco el término, creo que yo soy un juguete del tiempo. Todo empezó autobautizándome como la hija del Tiempo. Tarde. La que siempre está un paso atras de todo por más que se esfuerce en llegar a tiempo. Y qué raro que suena eso de llegar a tiempo, ¿Llegar a Papá? Y no llegar nunca... Analizá eso. En fín. Decidí que ser la hija inspiraría cierto "amor" paternal, pero a veces me siento tan utilizada por el tiempo, que decidí simplemente ser su juguete y ponerme a la altura de uno de mis personajes literarios favoritos. Es como si viviera en otro tiempo diferente al de los demás. Entiendo las cosas con cierto delay, teniendo el reloj adelantado 5 minutos sigo llegando media hora más tarde y como la culminación de la tardanza, nunca llegó a Tiempo.
Y despúes de todo este planteo de ser el juguetito de un ser superior, me vinieron encima cientos y cientos de frases que surgieron alguna fatídica mañana. Volví al origen de toda esta poquería de los destiempos. A cuando por primera vez sentí que ya era demasiado tarde. Para avanzar, para retroceder, para darle play, para todo. Por alguna que otra circunstancia comencé a entender el otro lado del reloj. Entendí parte de la bronca mezclada con el cariño incondicional de la amistad, aunque siempre pensé que era solo una fachada para que las cosas no queden mal. Y así como caí en cuenta de esas pequeñeces (no sé si notaron que tardé aproximadamente 6 meses en darme cuenta de eso), también me percaté de que hay cosas que no van a cambiar nunca. Por más que ya no sea lo mismo que antes. No puedo evitar volverme loca cada vez que alguna loquita se le acerca queriendo jugar al "no me mojes". Lo mismo que no soporto ciertas actitudes que siento que tiene solo por el hecho de como se dan las cosas siempre entre nosotros dos (mi manera de darme cuenta es que hago exactamente lo mismo que él). No lo puedo evitar y por el momento tampoco me sirve negarlo.
Por las cosas de la vida, ahora estamos lejos. No solo separados en tiempo, sino también en espacio. Creo que es bueno porque muchas veces tenerlo demasiado cerca fue lo que me jodió la existencia. Entonces sigamos dejando que el tiempo juegue un poco más conmigo, a ver si se apiada y le cae con todo su peso a todos los recuerdos de eso que ya casi no respira.
Realmente no quiero recaer en algunos temas que creo que están bastante cerrados, o por lo menos es lo que estoy tratando, pero resulta que en estos últimos días volví a conceptos que nunca se fueron del todo. Así como Romeo inmortalizó eso de ser el juguete del destino, haciendo evolucionar un poco el término, creo que yo soy un juguete del tiempo. Todo empezó autobautizándome como la hija del Tiempo. Tarde. La que siempre está un paso atras de todo por más que se esfuerce en llegar a tiempo. Y qué raro que suena eso de llegar a tiempo, ¿Llegar a Papá? Y no llegar nunca... Analizá eso. En fín. Decidí que ser la hija inspiraría cierto "amor" paternal, pero a veces me siento tan utilizada por el tiempo, que decidí simplemente ser su juguete y ponerme a la altura de uno de mis personajes literarios favoritos. Es como si viviera en otro tiempo diferente al de los demás. Entiendo las cosas con cierto delay, teniendo el reloj adelantado 5 minutos sigo llegando media hora más tarde y como la culminación de la tardanza, nunca llegó a Tiempo.
Y despúes de todo este planteo de ser el juguetito de un ser superior, me vinieron encima cientos y cientos de frases que surgieron alguna fatídica mañana. Volví al origen de toda esta poquería de los destiempos. A cuando por primera vez sentí que ya era demasiado tarde. Para avanzar, para retroceder, para darle play, para todo. Por alguna que otra circunstancia comencé a entender el otro lado del reloj. Entendí parte de la bronca mezclada con el cariño incondicional de la amistad, aunque siempre pensé que era solo una fachada para que las cosas no queden mal. Y así como caí en cuenta de esas pequeñeces (no sé si notaron que tardé aproximadamente 6 meses en darme cuenta de eso), también me percaté de que hay cosas que no van a cambiar nunca. Por más que ya no sea lo mismo que antes. No puedo evitar volverme loca cada vez que alguna loquita se le acerca queriendo jugar al "no me mojes". Lo mismo que no soporto ciertas actitudes que siento que tiene solo por el hecho de como se dan las cosas siempre entre nosotros dos (mi manera de darme cuenta es que hago exactamente lo mismo que él). No lo puedo evitar y por el momento tampoco me sirve negarlo.
Por las cosas de la vida, ahora estamos lejos. No solo separados en tiempo, sino también en espacio. Creo que es bueno porque muchas veces tenerlo demasiado cerca fue lo que me jodió la existencia. Entonces sigamos dejando que el tiempo juegue un poco más conmigo, a ver si se apiada y le cae con todo su peso a todos los recuerdos de eso que ya casi no respira.
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